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Legado literario de Gabriela Mistral

 

Gabriela Mistral fue una gran poetiza y aquí evidenciamos algunas de sus excelentes obras.

CANCIÓN AMARGA

¡Ay! ¡Juguemos, hijo mío, 
a la reina con el rey! 

Este verde campo es tuyo. 
¿De quién más podría ser? 
Las oleadas de la alfalfa 
para ti se han de mecer. 

Este valle es todo tuyo. 
¿De quién más podría ser? 
Para que los disfrutemos 
los pomares se hacen miel. 

(¡Ay! ¡No es cierto que tiritas 
como el Niño de Belén 
y que el seno de tu madre 
se secó de padecer!) 

El cordero está espesando 
el vellón que he de tejer. 
Y son tuyas las majadas, 
¿De quién más podrían ser? 

Y la leche del establo 
que en la ubre ha de correr, 
y el manojo de las mieses 
¿de quién más podrían ser? 

(¡Ay! ¡No es cierto que tiritas 
como el Niño de Belén 
y que el seno de tu madre 
se secó de padecer!) 

¡Sí! ¡Juguemos, hijo mío, 
a la reina con el rey!

 

EL AMOR QUE CALLA

 

Si yo te odiara, mi odio te daría 
en las palabras, rotundo y seguro; 
pero te amo y mi amor no se confía 
a este hablar de los hombres, tan oscuro. 

Tú lo quisieras vuelto en alarido, 
y viene de tan hondo que ha deshecho 
su quemante raudal, desfallecido, 
antes de la garganta, antes del pecho. 

Estoy lo mismo que estanque colmado 
y te parezco un surtidor inerte. 
¡Todo por mi callar atribulado 
que es más atroz que el entrar en la muerte!

CORRO LUMINOSO

Corro de las niñas 
corro de mil niñas 
a mi alrededor: 
¡oh Dios, yo soy dueña 
de este resplandor! 

En la tierra yerma, 
sobre aquel desierto 
mordido de sol, 
¡mi corro de niñas 
como inmensa flor! 

En el llano verde, 
al pie de los montes, 
que hería la voz, 
¡el corro era un solo 
divino temblor! 

En la estepa inmensa, 
en la estepa yerta 
de desolación, 
¡mi corro de niñas 
ardiendo de amor! 

En vano quisieron 
quebrarme la estrofa 
con tribulación: 
¡el corro la canta 
debajo de Dios!


 

ISLA FAMOSA

Aquí estoy, solo estoy, despedazado. 
Ruge el cielo: las nubes se aglomeran, 
Y aprietan, y ennegrecen, y desgajan: 
Los vapores del mar la roca ciñen: 
Sacra angustia y horror mis ojos comen: 
A qué, Naturaleza embravecida, 
A qué la estéril soledad en torno 
¿De quién de ansia de amor rebosa y muere? 
¿Dónde, Cristo sin cruz, los ojos pones? 
¿Dónde, oh sombra enemiga, dónde el ara 
Digna por fin de recibir mi frente? 
¿En pro de quién derramaré mi vida? 

?Rasgóse el velo; por un tajo ameno 
De claro azul, como en sus lienzos abre 
Entre mazos de sombra Díaz famoso, 
El hombre triste de la roca mira 
En lindo campo tropical, galanes 
Blancos, y Venus negras, de unas flores 
Fétidas y fangosas coronados: 
¡Danzando van: a cada giro nuevo 
Bajo los muelles pies la tierra cede! 
Y cuando en ancho beso los gastados 
Labios sin lustre ya, trémulos juntan, 
Sáltanles de los labios agoreras 
Aves tintas en hiel, aves de muerte.

ITE, MISSA EST

Yo adoro a una sonámbula con alma de Eloísa, 
virgen como la nieve y honda como la mar; 
su espíritu es la hostia de mi amorosa misa, 
y alzo al són de una dulce lira crepuscular. 

Ojos de evocadora, gesto de profetisa, 
en ella hay la sagrada frecuencia del altar: 
su risa en la sonrisa suave de Monna Lisa; 
sus labios son los únicos labios para besar. 

Y he de besarla un día con rojo beso ardiente; 
apoyada en mi brazo como convaleciente 
me mirará asombrada con íntimo pavor; 

la enamorada esfinge quedará estupefacta; 
apagaré la llama de la vestal intacta 
¡y la faunesa antigua me rugirá de amor!

Lee todo en: Ite, missa est - Poemas de Rubén Darío http://www.poemas-del-alma.com/ite-missa-est.htm#ixzz3nJSnuHpz
 

JESÚS

Jesús no vino del mundo de «los cielos». 
Vino del propio fondo de las almas; 
de donde anida el yo: de las regiones 
internas del Espíritu. 

¿Por qué buscarle encima de las nubes? 
Las nubes no son el trono de los dioses. 
¿Por qué buscarle en los candentes astros? 
Llamas son como el sol que nos alumbra, 
orbes, de gases inflamados... Llamas 
nomás. ¿Por qué buscarle en los planetas? 
Globos son como el nuestro, iluminados 
por una estrella en cuyo torno giran. 

Jesús vino de donde 
vienen los pensamientos más profundos 
y el más remoto instinto. 
No descendió: emergió del océano 
sin fin del subconsciente; 
volvió a él, y ahí está, sereno y puro. 
Era y es un eón. El que se adentra 
osado en el abismo 
sin playas de sí mismo, 
con la luz del amor, ese le encuentra.

Hacemos referencia a una página web donde se encuentran todos los poemas de Gabriela Mistral, su biografía, fotos, etcétera.

http://www.poemas-del-alma.com/gabriela-mistral.htm

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