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Ser Mujer en Chile

“Las cosas de la vida siguen su rumbo pero no te dejes llevar por su destino.” // Gabriela Mistral

El derecho a voto para las mujeres fue introducido en 1931, mediante el decreto ley que Carlos Ibáñez del Campo creó para las elecciones municipales. Sin embargo, éste no se aplicó, dado que en su gobierno nunca se efectuaron comicios electorales de esa naturaleza. Después de la caída de Ibáñez se sucedieron una serie de gobiernos de corta duración. En 1932 el segundo gobierno de Arturo Alessandri Palma proporciona la estabilidad necesaria para que el tema vuelva a estar en el tapete político. 

Los movimientos pro sufragio femenino presionaron para conservar el derecho a voto que, aunque con muchas observaciones, había sido impuesto por el decreto ley de Ibáñez del Campo. Éste se convirtió en la ley Nº 5.357 aprobada en 1934, que incluía el derecho de la mujer a elegir y ser elegidas para las elecciones municipales. Las primeras elecciones con esta nueva ley tuvieron lugar el 5 de abril de 1935. 

Bajo la dirección de Elena Caffarena, surge ese año el Movimiento por la Emancipación de las Mujeres de Chile, MEMCH. La organización se enfrenta decididamente a todos los que ignoraban el tema de la igualdad de derechos entre los sexos en sus lineamientos programáticos. 

Como consecuencia de esta corriente, la representación parlamentaria de la Democracia Unificada presenta, una moción de igualdad de derechos cívicos para ambos sexos ante la Cámara de Diputados el 22 de junio de 1937 en la que declaraba la “absoluta igualdad de los sexos para el ejercicio de todos los derechos políticos y administrativos”.

El proyecto, se inscribe como el antecedente legislativo de un tema que aun no adquiría la fuerza de representación necesaria para hacer realidad la aspiración de miles de mujeres que en aquellos años trabajaban para la ampliación de sus derechos democráticos. 

Estas aspiraciones tuvieron eco durante el gobierno de Pedro Aguirre Cerda, quien el 8 de enero de 1941 envía un mensaje presidencial a la Cámara de Diputados donde no dejaba dudas que la expresión de “chilenos” comprende, “sin lugar a dudas, a los individuos de ambos sexos”.

Asimismo, el proyecto contemplaba modificaciones de la ley Nº 4.554 de febrero de 1929, sobre requisitos de los ciudadanos con derecho a voto, ampliando el concepto a “los chilenos varones y mujeres, mayores de 21 años que sepan leer y escribir” entre otras disposiciones. 

El proyecto fue redactado por las dirigentas del MEMCH Elena Caffarena y Flor Heredia y posteriormente sería modificado introduciéndose disposiciones como la creación de registros electorales separados para ambos sexos. El mensaje de Aguirre Cerda provoca un nuevo impulso al movimiento sufragista femenino. Sin embargo, la muerte del mandatario retrasa el proceso inexorablemente.

En 1945, la poetisa Gabriela Mistral recibe el Premio Nobel de literatura, siendo la primera mujer latinoamericana en lograr aquel prestigioso galardón. Ya convertidas en una fuerza política considerable, con representantes de reconocimiento mundial, las mujeres refuerzan su influencia por la ampliación de sus derechos ciudadanos.

Ese mismo año por iniciativa de la Federación Chilena de Instituciones Femeninas (FECHIF), se presentó un nuevo proyecto para otorgar el derecho político a las mujeres. El senador Horacio Walker en la sesión ordinaria del 20 de junio de 1945, expresaba lo “indispensable” que era incorporar a la mujer a la ciudadanía política, por cuanto contribuye al 51 por ciento de la población chilena… “su papel actual en la colectividad, la situación de Chile ante los tratados y convenios internacionales y nuestra posición frente a los países hermanos de América nos aconseja hacerlo…”.

Este será el inicio de una intensa discusión que culmina con la solicitud de urgencia del Presidente de la República al Senado, fechado el 7 de junio de 1947, donde hacía presente “la urgencia por el despacho del proyecto de ley sobre modificación de la ley número 4.554, del 9 de febrero de 1929 en lo que se refiere a derecho a voto de la mujer”. 

Sería en la sesión extraordinaria del miércoles 15 de diciembre de 1948, donde el presidente de la Cámara de Diputados, Juan Antonio Coloma da inicio a la discusión para aprobar el proyecto de ley en cuestión. Una vez aprobada por la Comisión de Constitución, Legislación y Justicia, el Diputado informante, señor Héctor Correa Letelier expresaba en la sala “el ardiente y entusiasta deseo de diversos sectores para que esta modificación legislativa se haga realidad”.

El proyecto vuelve al Senado luego de la tramitación en la Cámara de Diputados con algunas modificaciones. Finalmente, el 21 de diciembre de 1948, el voto femenino es aprobado en el Senado con las indicaciones dadas por la Cámara de Diputados por 25 votos contra 6. Un oficio firmado por el Presidente del Senado Arturo Alessandri Palma da cuenta al Presidente Gabriel González Videla de la decisión del Congreso Nacional de aprobar las modificaciones introducidas por la Cámara de Diputados para el proyecto de ley que otorga voto político a la mujer.

El 8 de enero de 1949 el Presidente de la República firma la ley Nº 9.292, que daba a las mujeres de Chile la posibilidad universal de hacer uso de su ciudadanía y votar en igualdad de derechos. La ley comenzó a regir 120 días después de ser promulgada en el Diario Oficial, el 14 de enero de 1949.

Para las elecciones de 1950, la ex intendenta de Concepción Inés Enríquez Fröden es elegida diputada, siendo la primera chilena en ocupar este cargo en la historia republicana de la Nación coronando así una larga historia de lucha femenina por la reivindicación de sus derechos ciudadanos. En 1952, las chilenas votan por primera vez en una elección presidencial.

Movimiento sufragista

El movimiento internacional por la reivindicación del derecho al sufragio femenino fue alentado y desarrollados por las mujeres sufragistas. Fue un movimiento reformista social, económico y político que promovía la extensión del sufragio (el derecho a votar) a las mujeres, abogando inicialmente por el «sufragio igual» (abolición de la diferencia de capacidad de votación por género) en lugar del actual «sufragio universal» (abolición de la discriminación debida principalmente a la raza), ya que este último era, en los comienzos de la reivindicación del sufragio femenino considerado demasiado revolucionario.

Los sufragistas fueron a menudo miembros de diferentes asociaciones con el mismo objetivo, pero usando diferentes tácticas; por ejemplo, las sufragistas británicas se caracterizaban por un tipo de defensa más combativa. Algunas sufragistas destacadas fueron Emma Goldman, Emily Davison, Carmen Karr entre otras. En 1904 se fundó en Berlín por Carrie Chapman Catt, Millicent Fawcett y otras feministas la Alianza Internacional de Mujeres que reivindicaba el sufragio femenino. En otros países el sufragio femenino se logró desde las instituciones del estado mediante leyes que fueron impulsadas directamente por mujeres en la política como el caso de España con Clara Campoamor, Argentina con Eva Perón o México con Elvia Carrillo Puerto.

Los principales objetivos del movimiento feminista siguieron siendo los mismos: la incorporación de la mujer al trabajo durante la I Guerra Mundial, derecho de voto, la mejora de la educación, la capacitación profesional y la apertura de nuevos horizontes laborales, la equiparación de sexos en la familia como medio de evitar la subordinación de la mujer y la doble moral sexual. La gran novedad vino de la amplia movilización colectiva que supo dirigir el movimiento sufragista en determinados países.

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